La educación en línea o e-learning ha estado en auge en los últimos dos años pero en realidad ya lleva mucho tiempo en acción. Este tipo de educación mediada por tecnologías ha sido estudiada, investigada y puesta a prueba a lo largo de todo este tiempo, posicionándose como una metodología de enseñanza segura, innovadora y efectiva a partir de la pandemia mundial.
Muchas veces se cuestiona la educación en línea por la poca de exigencia hacia los estudiantes, la facilidad de hacer trampa en las evaluaciones, la falta de acompañamiento docente y la consecuente soledad de los estudiantes, y la necesidad de contar con conocimientos especializados en tecnologías. En realidad estos preconceptos no son ciertos. En el e-learning cambia la manera de enseñar y de aprender, con un enfoque de aula invertida o centrada en el estudiante, de trabajo colaborativo con pares, y por ende, cambia la forma de evaluar.
Tomemos cada uno de esos “mitos” para poder entenderlos y desterrarlos.
1. La enseñanza en línea no es exigente.
Al cambiar la manera de enseñar y aprender, el estudiante tiene un rol central que le demanda auto conocimiento, autonomía y control sobre el propio proceso de aprendizaje. El e-learning exige al estudiante organizar sus espacios y gestionar sus tiempos de manera independiente. Por otro lado, este tipo de formación implica estar conectado con el curso de manera permanente, cumpliendo con tareas, participaciones, lecturas y actividades.
2. Es fácil obtener buenas calificaciones en las evaluaciones.
Así como se modifican las prácticas docentes y las actividades, las herramientas o instrumentos de evaluación también son distintos. La evaluación no se centra en el simple ejercicio de responder preguntas de manera conceptual, sino que se incluyen tareas en las que el estudiante desarrolla otro tipo de habilidades como relacionar conceptos, brindar ejemplos y aplicar conceptos de forma práctica, entre otros. De este modo, es imposible copiar las respuestas o hacer trampa ya que se espera respuestas elaboradas. Además, la evaluación en la educación en línea no es solo sumativa (una única instancia de evaluación al final del proceso) sino que se incluyen distintas instancias de evaluación formativa, lo que permite que tanto el estudiante como el docente puedan identificar fortalezas o debilidades y poder así repasar, revisar o continuar en el desarrollo del curso.
3. El estudiante está solo.
Desde el momento que inicia un curso de e-learning se busca fomentar los entornos sociales para que los estudiantes y docentes puedan vincularse, conocerse y formar así una comunidad de aprendizaje que se apoye, ayude y contenga. Por otro lado, la función tutorial del docente implica acompañar a los estudiantes, volviendo la experiencia de aprendizaje más humana y accesible. Además, siempre se implementan actividades que, más allá del conocimiento, sirvan para la socialización.
4. Se debe ser experto en tecnologías.
Por supuesto que la educación en línea exige al estudiante poseer habilidades digitales, pero muchas de las plataformas y programas utilizados son muy amigables, de fácil acceso y manejo. Además, siempre dentro de los cursos se cuenta con instancias de ayuda para que el cursante logre adquirir las habilidades que aún no haya desarrollado.
No caben dudas de que el e-learning implica una modalidad de enseñanza aprendizaje distinta si la comparamos con metodologías tradicionales. Esto hace que, en ocasiones, se ponga en duda su efectividad. Ya han transcurrido muchos años desde su implementación y existen vastas evidencias de que e-learning facilita y promueve el aprendizaje, favoreciendo además, la adquisición de competencias y habilidades digitales.
Equipo de Net-Learning
Cita en el texto:
Net-Learning (2021)
(Net-Learning, 2021)